Morir en la orilla: acercándome a los poemas de Paulina Pagán Picó
1.
Regreso al sábado, 26 de agosto de 2017. ¿Recuerdas lo que hacías en ese día? Yo tampoco sabría qué decir, sin antes remitirme al archivo virtual. Pero es, precisamente, allí, en ese momento particular, donde comienza la edición artesanal de la artista multidisciplinaria boricua Paulina Pagán Picó, titulada Para morir en la orilla.
2.
Escribo sobre un poemario sin par, cosido a mano por Paulina, junto a sus tías, desde la casa de su abuela, bajo la luna creciente. De los 159 poemarios, tengo el número 35, editado e impreso en risografía por La Impresora, bajo la serie Primeros Libros. Y no solo lo abro y sobo con cuidado, sino que lo recuerdo. Sí. Aun estando en mis manos, lo imagino suspendido en aquella instalación, o especie de red marina, expuesta durante el mes octubre del año pasado, en Pública, disipando un poco, la intensidad provocada por la pandemia y su dudoso manejo.
3.
Resalta el título, esas cinco palabras en letras minúsculas, pintadas para ser leídas desde contraportada hasta la portada, como si el origen de las cosas se encontrara en el revés. ¿Será un verso hallado en alguna de sus páginas? ¿Será una insinuación?
Paulina, sin saberlo, me responde:
“Estos poemas nacieron en la orilla del mar. En mayo del 2016 comencé a desarrollar una práctica diaria de movimiento en la playa para ver si aliviaba los síntomas de mi depresión. Intenté auto-documentar ese proceso con la cámara pero eso agudizaba mi ansiedad y decidí experimentar en vez con la escritura como lente. Este medio me brindó mucha paz. Por más de un año mantuve vivo el ritual de visitar la orilla, moverme “libremente” y luego plasmar la experiencia en palabras. He ido desligando la práctica de movimiento y la de escritura, pero ambas continúan alimentando mis ganas de nadar, de retar la desesperanza a toda costa para no morir en la orilla.”
4.
Lo hojeo al azar, evocando mi niñez, como cuando mi hermano y yo solíamos recoger caracoles en la playa, no muy lejos de mami.
saberse viva
amar un perro
darlo todo
erosionarse
(martes 1 de agosto 2017)
Nos unen las costas…y el desgaste.
me urge saber si cada instante
tendrá sus enemigos…
(viernes 21 de abril de 2017)
Mientras leo y releo los versos de Paulina, me voy acercando a una interioridad que se distingue por su fuerza y transparencia.
la playa se ha convertido en un gran lienzo
de protesta popular
hoy, por ejemplo, dice en letras de sargazo
“JONES ACT SUCKS”
así los helicópteros que nos militarizan las mañanas
tendrán algo que leer.
(domingo 22 de octubre 2017)
Me encanta la sensación de estar escuchando un toque de bomba. (Resistir es improvisar al son del oleaje.) Y me da por pensar que en este retroceder imaginario, le pedimos lo imposible al huracán María, así como muchxs le rogamos al mar.
“Al ingenio, al ingenio, al ingenio, María
que hay bomba allí en la central”
(martes 11 julio 2016)
5.
Lo que viene a continuación nace del deseo de aprender sobre el proceso de creación de la artista. Podría llamarle un conversa-texto llevado a cabo durante meses o entrevista vía red social. Pero, en realidad, es otra manera de agradecerle por el tejido de saberes —encuadernación, poesía, movimiento, música, fotografía, instalación— que logró reunir en Pública. **
YCT: ¿Podríamos conversar sobre el libro Para morir en la orilla sin aludir a la experiencia (performance, instalación, conversaciones, música, compartir) en Pública?
PPP: Se me hace imposible separar el libro de esa “experiencia” en Pública y del ritual de movimiento en la playa que detonó la escritura de los textos. En general se me hace difícil aislar las cosas que hago. A veces me angustia porque todo se siente tan enredado, pero voy haciendo las paces con ese enredo que soy y que somos. Supongo que es una manera de pensar cónsona con el lente ecológico/biológico desde el cual me formé. Y a la vez es una resistencia al método científico que busca aislar las variables. No sé si se entiende esto que escribí...
YCT: ¿Decidiste hacer los libros a mano o los libros te eligieron a ti?
PPP: Supongo que las dos... Toda la vida me ha encantado hacer libros/journals/diarios a mano, (llegué a llamarlas “libre-tas”, pero a veces pienso que está charro ese nombre), aunque no siempre con encuadernaciones tan precisas como este poemario. El aislamiento de la pandemia también me encaminó hacia este acercamiento más elaborado de la encuadernación de los poemarios. Tenía tanto tiempo y estaba tan sola en mi hogar que pintar cada portada (¡159!) a mano me pareció la única manera de mantener la cordura. Igual el proceso de cortar las páginas con la guillotina bota de un pana fue bien meditativo. Solo podía cortar máximo 3 páginas a la vez. Y cada página requería tres cortes...te puedes imaginar. Lo hice casi todo en mi counter, se sentía como un show de cocina a veces. Me iba en unos viajes bien divertidos. Amé cada segundo del proceso. Y ahora que se acabó sigo sintiendo algo parecido a un duelo.
YCT: ¿Cómo describirías el proceso de selección de los poemas luego de haber escrito más de 400? ¿Qué pautas encauzaron el proceso de edición?
PPP: Uff, fue larguísimo, como 1 año, pero muy satisfactorio. El primer paso fue imprimir el documento donde los tenía todos, y luego cargaba con ese tomo pesado parriba y pabajo, tachando los que no “servían” y poniéndole estrellas a los que tenían potencial. Eventualmente rompía las páginas de los que no “servían” y eso me encantaba. Se iba sintiendo más liviano todo. Luego los empecé a pegar en la pared de mi estudio, con tape, para ir viendo una secuencia y conglomeraciones de temas recurrentes. Me ayudaba mucho hacer el ritual de movimiento en la playa y luego llegar a la pared a “editar.” Ya cuando llegué como a 60 contraté a Amanda Hernández de La impresora para ayudarme con la edición final. Ella fue excelente, tan cariñosa. Necesitaba a alguien así para algo tan íntimo. Y de casualidad, antes de enterarme que ella sería la editora, coincidimos en un taller de escritura en Beta Local, donde por primera vez empecé a compartir el proceso de edición públicamente.
Estoy ahora pensando en las pautas...creo que fue algo bien intuitivo. Ciertos textos se sintieron claramente vigentes años luego de escribirlos y releerlos. Creo que el tiempo y la distancia fueron clave para el proceso, y obviamente la intuición.
YCT: Pintaste cada portada y contraportada, ¿hay puntos de encuentro entre el acto de pintar y el acto de escribir?
PPP: Ambos procesos me dan tanta paz y alivio...son maneras de sanar. En ambos, logro fluir, literalmente, sentirme como un río o como una pluma abierta. Igual con el ritual de movimiento en la playa. Y todo ese fluir es lo opuesto a la depresión crónica/ansiedad/ruido que me sofoca y paraliza constantemente.
YCT: La instalación de libros, el performance, la música, las proyecciones son algunos de los elementos integrados a la experiencia que nos otorgarse en Pública. ¿Qué nos quieres contar sobre el acto constante de recreación?
PPP: Yo no sé cómo más vivir y llenar el vacío existencial. La verdad me avergüenza muchas veces ese aspecto tan errático de mis prácticas. Siento que devela mis inseguridades, que la gente segura de sí logra enfocarse en uno o dos medios, y que yo estoy constantemente saltando de medio en medio para bregar con el vacío, y a la vez con el ruido que me atormenta. Eso, me siento como una tormenta, y cuando me comparo a los ideales de meditación y calma, me siento tan inadecuada. Tengo que batallar mucho con la frase “el que mucho abarca poco aprieta”, de la misma manera que tuve que lidiar y hacer las paces con la idea de “tanto nadar para morir en la orilla” cuando comencé el proceso de escritura de estos textos.
YCT: No olvido la cuchilla de tu abuelo, la que nos diste para cortar el hilo de pescar, y llevarnos el poemario que deseábamos comprar. ¿Quieres compartir algo sobre esta invitación?
PPP: Casi todo lo que hago involucra a mis abuelxs/ancestrxs directa e indirectamente. Siempre estoy buscando maneras de acercarme a ellxs en mis prácticas artísticas, pues ya todxs habían fallecido cuando tenía 9 años. Y también me importa mucho el asunto ecológico de no generar basura y comprar objetos adicionales, si ya tengo tantxs. Trato de cuidar mucho eso en mis piezas/experiencias/performances. Que cada objeto presente tenga una historia y preferiblemente que esté atado a mi propia familia. Que cada detalle me ayude a enraizarme y que me obligue a conversar con la familia que tengo, que aún está viva. Tengo una familia bastante distante y reservada en muchos aspectos y todos mis “embelecos artísticos” me ayudan a tender más puentes entre nosotrxs.
YCT: Entre Pública, La Impresora, y el conjunto de colaboradores, ¿cómo maniobraron en tiempos de distanciamiento social?
PPP: Mi colaboración con La Impresora terminó ya para diciembre 2019, antes de la pandemia, cuando me entregaron las copias impresas. Me tocó a mí bregar la encuadernación. En esta labor me asistieron mis tías y trabajábamos juntas en el patio de ellas con mascarilla y distanciamiento. Omar Obdulio fue mi otro colaborador para las piezas de video y el material de promoción de la exhibición. Con él no mantuve distanciamiento social. Fue de mis pocos acompañamientos presenciales durante la pandemia. Cuando me permitieron montar mi instalación en Pública, Plataforma Eje (Helen Ceballos y Myriam Ramos) estuvo presente con mascarillas y distanciamiento físico, pero más nadie. Un día vino Gilberto Ferrán a ayudarme con las luces, pero igual, mascarilla y distanciamiento. Plataforma Eje también me ayudó a coordinar las citas de máximo 12 personas por función. Ese fue un trabajo súper tedioso y por el cual estoy muy agradecida. Sin ellas no hubiese logrado compartir mi arte de esta manera en plena pandemia.
YCT: ¿Qué te ofreció el mar?
PPP: Cambio y constancia. Es un espacio que siempre está, pero que cada día es completamente distinto, como nosotrxs. Necesitaba un ritual para reemplazar el del llanto y parálisis en cama, comprometerme con otro paisaje que no fuera el abanico y el techo, un lugar que me acogiera tal cual, que no pidiera nada de mí, excepto mi presencia. El mar me ofreció compromiso y conexión, tanto con el lugar donde me críe, cundío de memorías, como con el origen salado de la vida en este planeta. Era y es un espacio sagrado para hacer las paces con los ciclos de vida y muerte que nos atraviesan, para estar conmigo y con todo a la vez.
6.
hoy le admití al mar que
cuando sea grande
quiero ser una villa sin miedo
un terreno rescatado con babilla
un fusil que dispare dignidad
una gota de sudor que valga la pena
un velero que teja puentes colgantes
entre las Antillas
o un cohete que le de giras a la luna
a los niños de la guerra
un paño húmedo
que limpie la sangre de los rostros
y las cenizas de los cuerpos
algún instrumento cargado de valentía
que reconozca la mirada de la avaricia
y pueda transformarla en espuma de mar
(sábado 10 de septiembre 2016)
7.
De nuevo en Puerto Rico, anoté en mi libretita un soplo de conversación que dice así: “waves here don't play". Quizás me pareció enigmático el comentario porque me encontraba leyendo las respuestas de Paulina, justo frente al Atlántico, con ánimo de ahondar en el cruce entre la literatura, las artes visuales y la vida misma. Ahora, vuelvo al momento en que fui invitada a escoger un ejemplar. Una vez tomada la decisión, me pasaron la cuchilla para cortar el hilo, que rápido asocié a un cordón umbilical, y así desprenderlo de la red. ¡Fua! A ese instante me refiero con “la vida misma”, a uno tan desorientador e íntimo, difícil de narrar.
8.
Ñapa: Existe un portal, como extensión del poemario, con un sinnúmero de textos escritos en fechas recientes. Entremos a https://paramorirenlaorilla.weebly.com
*Gracias, Axa Aurora Colón Rosado, por invitarme a presenciar la obra de Paulina Pagán Picó.
** Colaboradorxs de Paulina Pagan Picó:
Audiovisuales: Omar Obdulio + Ilustraciones: Mariana Roca + Música en vivo: Gonzalo Fernández + EscuirTea (el té que sirvió en la muestra): hecho por Kairiana Nuñez Santaliz
“Agradezco también a Edwin Muñiz, Helen Ceballos y Kariana Nuñez Santaliz por venir a los ensayos abiertos a darme sus críticas constructivas. A Aliana Coello, Sofía Unanue y Estefanía Rivera Cortés por ser tan cariñosas ujieres de la muestra.” PPP
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Yarisa Colón Torres, (Puerto Rico/Nueva York) es poeta y creadora de libros hechos a mano. Se desempeña como instructora adjunta en Bronx Community College, CUNY. También organiza talleres de creación de libros, publica ediciones limitadas y colabora en múltiples proyectos que giran en torno a la literatura. Mantiene el blog: Espacioasiray.blogspot.com.
Crédito de imagen: Myrna Flores
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