Mujer ciudad
Si hablamos de versos o cartas
de amor no vale la pena escribir
a menos que se dude, y yo
dudo concéntrica y periódicamente
y estoy calva de certezas
y solo tengo dos cosas claras
amuralladas o atravesadas por agua o cálidas y luminosas o fértiles y festivas o frías e inaccesibles o bombardeadas las mujeres de mi vida son ciudades y las ciudades donde vivo son mujeres
Impostora * * O «ese síndrome del que usted me habla»
Explicaré rápido y fácil ese miedo
que de todas formas bien conoces
cierra los ojos y piensa
que te trina Chantal Maillard
que te habla Leila Guerriero
que te escribe Lucia Berlin
y disponte a responder
y que solo sea un graznido
lo que corte tu garganta
Desastre sin preaviso La adultez es un desastre que llega sigiloso sin preaviso un kayak rumbo a la catarata preguntar en Objetos Perdidos por tus sueños de colegio mudarte con tus libros a una casa con mil trampas con telarañas y eco el flyer de una fiesta retro a la que no va a ir nadie porque nadie tiene tiempo Te alejabas mar adentro * * Para mi tía abuela La última vez te apagabas sola en una silla gris qué pavor dan estos versos tan crudos como un informe déjame que los cambie por otros que duelan menos La última vez te alejabas mar adentro así sí la última vez capitana de tu risa la última vez tan joven vestida de marinera esa es la foto que quiero Con la mano que no escribo cuento las emboscadas de la muerte la otra me tensa en pulso contra la desmemoria El fantasma en el altillo
Tu queja es un falsete blanco
de ciudadano indignado
cívico y civilizado
que cree que elige su vida,
que compra y paga y no sabe
cuánto vale un café, un abrigo,
una cama, un techo, un trabajo,
una piel sin estigma,
un pasaporte, la palabra derecho,
un doctor que te diga
que todo está bien
que puedes seguir, que tu corazón
no estallará mañana
o la suerte que te prometa
que no morirás en la frontera
ni en la patera
ni tu vecina lapidada
ni tu hijo en la guerrilla
ni el sexo de tu hija en la navaja
Has estudiado
y eres leído y viajado
y eres culto y educado
y votas y te comprometes
y un fantasma vive en tu altillo,
se llama privilegio, te habita
y no lo has sabido hasta ahora
Rocío Martínez Madrid, 1986. Editora freelance, habita en la frontera entre la literatura y el periodismo. En 2020 escribió el poemario autopublicado El amor tiene ojos de perro, fruto de su amor por la escritura intimista en libretas y cuadernos. Fascinada por la crónica y el ensayo, lee autoras por defecto y defiende los pequeños proyectos editoriales. Corrige, redacta contenidos, elabora informes de lectura y presta asesoría editorial y lingüística.
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