Imagen: Xóchitl Lagunes.
SE ARRUGA
Se arruga el paisaje de espuma,
tejido orgánico,
para poder pasar a través de un segundo.
Fue un rato de vida. Ahora es otro.
Esos pasos que no has dado
hacia mí
se han convertido en el camino por el que te has ido yendo.
Contigo
la vida se me ha llevado ciertas combinaciones de colores y la reserva de fotos bonitas que siempre llevaba a mano en el móvil,
mías, encontradas por ahí en un ribazo o bajo las nubes callejeras.
Te vas diluyendo por propia elección
y las libélulas se están transformando en tristes y exactos
insectos odonatos.
Estoy hablando con un fantasma,
o conmigo misma,
duele menos así,
cuando creo que te he tragado y no es verdad que andas por ahí
indiferente.
Todo esto da igual,
no tiene final al no haber empezado nunca,
como el vacío,
nuestra
soñada
histo
ria
de
am
o
r.
QUÉ SABORES EXTRAÑOS
¡Qué sabores extraños los de la poesía!
Que cuencos gigantes de aromas líquidos
se transparentan en el paisaje
y ya no es el mismo,
ni plano
ni familiar
ni sorprendente,
se pierden de golpe las palabras.
Ahí está la poesía,
empezando de cero a hablar.
Lo que no se ha dicho nunca.
Ahí empieza la poesía de mis gramíneas,
del cielo,
de sus nubes empapadas de rosa: en trance.
Ellas, no sé. Yo sí.
NO TE BUSCO
No te busco, es verdad.
No por pereza, es que
el dolor duele menos si no se dobla.
Por eso todos acabamos llevando la cabeza
tan alta en algunos tramos.
Y ahí está la ternura, ahí llega
desde el rincón,
doblándose ella misma para alcanzar una mejilla,
doblándonos a nosotros,
al futuro,
al pasado,
a la ironía,
doblando al tiempo para jugar con él.
Llevo un remolino a la altura del estómago
que se come el mundo
o se esconde en la nada más
sombra.
No tiene término medio.
En el término medio no existe más que la distancia que nos separa.
El arcoíris que nos dibujamos el uno al otro para enlazarnos está en los extremos,
en realidad.
En el término medio solo existe la censura.
Llevo un remolino a la altura del estómago
y la cabeza bien alta
para no enterarme del remolino,
como si no fuera mío.
Como si se hubiera vuelto a vivir a tu estómago,
donde nació.
La corriente siempre acaba en un puerto, la que atraviesa alma y estómago acaba en el descosido de tu sábana de fantasma, ese roto que te da un aire inequívoco a duda, desconcierto y familiaridad.
Te trago, te llevo. Sabes áspero.
MARIMAR LÓPEZ ALMAGRO estudió Geología y hoy se dedica a la escritura. Ha publicado tres libros, el primero de ellos, en coautoría y de carácter técnico, del año 199, titulado "Vertederos y basureros de Aragón", con Mira Editores de Zaragoza. En el año 2021 dos poemarios firmados con el seudónimo MARIMAR LÓPEZ ALMAGRO: "Cada lágrima pedía una palabra (Editorial La Equilibrista) y "Hace muchos cielos que las nubes te susurran en mi oído" (Editorial ESPOESÍA).
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