Foto de Vidar Nordli-Mathisen en Unsplash
La casa, nos dice Bachelard, es sin duda un ser privilegiado, siempre y cuando se le considere a la vez en su unidad y complejidad, tratando de integrar todos sus valores particulares en un valor fundamental. Adriana Ventura, en su libro Boceto de una vida sin casa (Editorial Praxis, 2018) establece un diálogo desde la memoria cotidiana, la búsqueda y el lenguaje poético, en donde la metáfora de una casa construye un espacio para habitar y ser habitado. Sobre ese territorio imaginado, sobre ese techo simbólico se edifica el entramado lírico que abona a la identidad poética de la autora. La casa deja de ser casa y se transforma en el espacio desde donde se desarrolla su propia narrativa. Dentro de la serie de poemas que componen este libro, la autora arma un boceto vívido, pero también un andamiaje que rompe con lo idílico donde se presenta a la casa como un no lugar desde la perspectiva de la transitoriedad. Adriana nos regala desde su mirada cómo se habita la búsqueda por un espacio para vivir, y a pesar de esta condición breve, la casa se ocupa desde todos los espacios que la hacen vivible, incluso desde las posibles cuatro paredes por habitar, y desde esta voz también se apunta la crítica contra la visión capitalista que se centra sobre todo en poseer, más que en habitar los espacios:
“El cemento aferrado a existir incluso cuando la ciudad se termina. Sobresalen las casas diseñadas en serie. Diminutas construcciones en donde juran que puede jugarse a tener una vida. La casa baja, apenas para dormir. Especulan los grandes mercados que se puede lucrar con el deseo antiquísimo de hacerse un sitio”.
La lectura de este poemario propone las implicaciones que supone anidaren una casa. Todas estas percepciones, nos dice Bachelard, dotan de sustancia a los lugares, a la memoria. La casa va más allá del espacio que ocupan las cuatro paredes. Este libro va más allá de lo que dicen sus páginas, habita una dimensión simbólica y reconstruye no sólo su espacio sino su particular perspectiva de la pertenencia. Este poemario se observa como un espacio que se reconstruye constantemente desde el habitus dela escritora, desde su sensibilidad. A través de su voz, abraza la metáfora del cuerpo como una casa:
“La casa: un hueco una colección de heridas apiladas
en el cansancio del cuerpo”
La casa no es vista sólo como un espacio para vivir, la analogía que se establece con el espacio que se habita se explica desde la relación que los pueblos y las comunidades originarias han construido a partir de su relacióncon la tierra. Para los zapotecas, el concepto de casa está ligado al cuerpo, desde el quealimentan su narrativa mítica:
“Nombramos ique yoo como cabeza de la casa, que es nuestra cabeza, lú yoo, guirú lú yoo, que son la fachada o ventana de la casa, comparada con nuestros ojos. Decimos xii yoo, la puerta donde entra y sale el aliento nuestro. Y el interior con el vientre, vísceras y corazón para ndaani yoo. Las paredes son nuestra espalda, deche yoo. Lade Yoo nuestra entrepierna. Decir casa es decir el cuerpo, espíritu. Como nuestro cuerpoque respira y ama”1.
Adriana Ventura aborda cómo la casa ha transmutado desde su dimensión simbólica a una dimensión aspiracional, pero nos recuerda que una casa también es una ramada hecha con palmas secas y tecomates. En estos textos, la casa tiende puentes hacia las necesidades colectivas y echa raíces desdelos espacios construidos desde la memoria.
A lo largo del poemario observamos el espíritu de la autora que, como Madeline Husher, busca moverse con autonomía y reclamar los espacios que le son negados para habitar, y en cambio, anida sus palabras en esa extraña y bella enfermedad llamada melancolía.
Astrid Paola Chavelas. Acapulco, Gro. 28 de noviembre de 1977. Premio Estatal de Cuento Corto José Agustín 2009. Concurso Estatal de Cuento María Luisa Ocampo 2011. Premio Municipal de Literatura Acapulco 2022 en la Categoría de Cuento. Antologada en XV Premios de cuento María Luisa Ocampo (Arlequín, 2015), Historias de Familia (CEPE-Taxco, UNAM 2019). Fue Beneficiaria del PECDAG, 2012, del Programa de Estímulo a la Creación Artística Acapulco,2014 y Pazaporte Digital. Ha publicado los libros de cuentos El tigre (Editorial Praxis, 2012), Acapulco en breve (Fondo Editorial Acapulco2022) y La tumba de la sumisión (Ícaro Ediciones, 2023).
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