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ADRIANA VENTURA: Réquiem para un peinado loco


Image by Ina Hall from Pixabay


La maternidad se trata de aprender, pero cuando ya eres erudita en los hallazgos de la crianza, tu sabiduría es obsoleta.

Lo descubrí aquella mañana, ante el monumental peinado loco de mi hijo menor. Déjenme detallar un poco. Cada vez que se acercan los últimos días de abril, con motivo del día del niño y la niña, en las escuelas, sobre todo de nivel preescolar, se planean diversas actividades para enmarcar el gran festejo. Las actividades previas básicamente se repiten o se mezclan de acuerdo a los ánimos e intereses de las maestras, van desde el día de la pijamada, el día de los piratas, de los niñosaurios, de los astronautas, el día de disfraces, el día de las profesiones, entre otros que van emergiendo.

El más esperado sin duda es el día del peinado loco. En mis años de madre novata improvisé con lo que tenía en casa, con ocurrencias variadas que incluían hilos, botones, gel y brillantina. Con el tiempo, al prestar suficiente atención a las fechas, me fui haciendo de materiales de mercería o papelería para estar dispuesta a las solicitudes escolares, incluido lo del peinado. Madre prevenida. En los últimos años descubrí una aplicación maravillosa, donde puedes encontrar inspiración para realizar todo tipo de manualidades con materiales caseros o baratos o fáciles de conseguir. Sí, es la que ya se imaginan. Así fue como, recortando playeras viejas, logré una vez un estupendo traje de pirata, y hasta un parche para ojo, un garfio y una pata de palo incorporé al disfraz aquel día. El disfraz fue elogiado por las madres más inspiradas de la escuela.

No lo niego, algunas veces, la prisa, el trabajo y otras situaciones me distraían así que olvidaba anticiparme a los arreglos, aún con materiales en casa. El año pasado, justo para el peinado loco, tuve que improvisar rápidamente porque había olvidado la fecha. Ya en la puerta de la escuela, al ver a niñas y niños llegando con sus majestuosos arreglos capilares, busqué entre mi bolsa algunos pasadores y unos stickers de peces. De un minuto a otro pude crear la ilusión de una pecera en la cabeza de mi pequeño que entró feliz a la escuela con su peinado loco de tres pesos.

Este año estaba lista. Me propuse estar atenta a las fechas. Preparar el diseño. Buscamos el indicado en la aplicación que ya saben, fui a la papelería a conseguir limpiapipas, bolitas de colores, gel. Me descubrí entre una horda de mamás y papás comprando lo mismo que yo. Tenía todo listo. Tenía tiempo. Incluso practicamos el peinado antes del día. No había contemplado pintar el cabello, pero en mis ratos de ocio incluso investigué dónde comprar pintura no tóxica para el cabello, por si acaso. No lo creía tan necesario, sin embargo todo cambió cuando llegué a una receta casera para crear colorante; no necesitaba más que polvo de tiza y gel o crema para peinar. Gran descubrimiento, la verdad. Sé que sobre todo las madres, me agradecerán este dato, si es que aún no llegan por sí mismas al hallazgo.

Pues bien, preparé pintura, los aditamentos, practicamos el diseño nuevamente. El día se presentó, nos levantamos más temprano de lo acostumbrado. Faltaba ajustar unos detalles, me distraje y me quemé cuatro dedos con una horrible gota de silicón, pero eso no impidió que concretáramos el proyecto. Imperdible, magistral. Una obra de arte doméstica y escolar. Un peinado loco supremo. Mi hijo feliz. En la sesión de fotos previa a la salida de casa caí en cuenta que era mi último peinado loco. Es mi hijo menor. Entró a la primaria este verano. En la primaria no suelen pedir peinados locos.

No habrá más peinados locos. Toda esa erudición sobre pintura lavable para el cabello, el uso creativo de los limpiapipas, las pelusas de colores, los tamaños de los ojos movibles. Toda esa sapiencia ha caducado. Jamás volveré a diseñar un peinado loco. Y está bien. Ser madre se trata de aprender. Asimilar que cuando eres experta en alguna etapa de la infancia, ya es tarde. Tu sabiduría ya es arcaica porque los hijos crecen y eso que aprendiste ya no es necesario. Nuevos aprendizajes esperan. Jamás volveré a usar mi expertise en peinados locos. Adiós peinados locos. Adiós.



Adriana Ventura combina su trabajo de crianza con la escritura y la docencia. Ha publicado Operación doméstica (Ícaro ediciones), Boceto de una vida sin casa (Praxis), Café Bausch (La ceibita-FETA). Obtuvo la beca para Jóvenes creadores del FONCA en dos ocasiones, así como el Premio estatal de Poesía María Luisa Ocampo en el 2016.


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